Acción experimental: El Loro Gris Africano

Never Spoken Again (o Nunca Más Hablado) es un proyecto expositivo de mi autoría que ofrece perspectivas sobre el origen de las colecciones científicas y museales a través de proyectos artísticos enfocados en tres frentes: museología crítica, inserción/extracción de especies y el el choque epistemológico entre las narrativas modernas del descubrimiento y aquellos saberes de las culturas donde ocurren dichos procesos de extracción. Este proyecto de largo aliento se convirtió en una exposición itinerante que ha girado por diferentes museos estadounidenses desde 2020 y que continuará hasta 2026. Dado que la exposición ha girado por varios museos universitarios, el componente público y pedagógico de Never Spoken Again es un espacio de encuentro de saberes que permite, no sólo reflexiones transversales y críticas, sino también ejercicios de especulación creativa en torno a las ideas que surgen del proyecto.

Entre sus objetivos, Never Spoken Again busca suscitar un grado de escepticismo sobre la forma en que se narran las historias de estas colecciones, y parte de su apuestas es, justamente utilizar el dispositivo museográfico para activar este proceso. Además de los materiales de sala, la exposición tiene una especie de mito fundacional, que hace referencia al “Loro de Humboldt”; este es un especimen que hace parte de la colección de estudio ornitológico del Museo de Historia Natural de Berlin. En 2015 realicé una visita a esa institución, como parte de un grupo de curadores internacionales que visitábamos la ciudad para participar de un encuentro  sobre las dimensiones conceptuales y curatoriales de diferentes temas, entonces englobados por el concepto (hoy muy debatido, e incluso archivado por algunos) del Antropoceno. Durante aquella época, el furor europeo por las colecciones naturales había volcado mucha de la atención de sus museos y salas de exposición hacia procesos artísticos que trabajaran con especies, colecciones, espacios, temas y materias “naturales”.

La colección de estudio ornitológica es, por demás obsoleta, pues los especímenes no fueron tratados de una forma útil para la ciencia, sino para imitar el aspecto que tuvieron antes de morir. Por ello, el Loro de Humboldt reposaba de forma artificiosa sobre una rama de madera, como lo hubiese hecho en vida. Al llegar a la colección, el curador en residencia de ese momento escogió entretenernos con una historia sobre los orígenes del loro; este descansaba en el escritorio que el curador ocupó de forma temporal durante su residencia, a diferencia del resto de los especímenes, que se encuentran densamente agolpados en vitrinas. El curador leyó un correo que había impreso de forma previa en preparación para esta visita.

La historia, o el “chisme” va así: el loro, que en efecto, perteneció al explorador y científico Alexander von Humboldt, fue aparentemente un obsequio de un barón Bávaro, quien compartía la fascinación de Humboldt por el mundo natural. Se dice que el explorador pudo reconocer el origen del loro, lo que sorprendió a su interlocutor y que lo llevó a realizar este obsequio. Otras versiones dicen que fue el mismo Humboldt quien obtuvo el loro como producto de sus exploraciones en la región del Orinoco. Allí, una tribu que habitó en lo que hoy es Venezuela, le obsequió el loro al alemán, quien desarrolló una gran curiosidad por el animal, pues parecía hablar un idioma diferente al de la tribu que lo acogió; se dice que entonces la gente de la tribu le explicó que el loro era parte de un grupo de animales que ellos habían tomado como trofeos de guerra, cuando derrotaron en guerra a la tribu de los Atures. Con la desaparición de esta tribu, Humboldt pensaba entonces que el loro era el último “hablante” de un idioma desaparecido.

https://www.iflscience.com/did-a-parrot-really-save-a-lost-language-69230

Esta historia, que sobrevive en pasajes de libros y blogs de curiosidades científicas, retrata de manera vívida el objetivo conceptual de Never Spoken Again. Por un lado, la fascinación pseudo-científica de Humboldt por el loro le llevó a pasar una cantidad significativa de tiempo transcribiendo el lenguaje del loro para “salvarlo”. Esta es una lógica científica ilustrada que considero seminal para entender cómo el pretexto de salvaguardar se vuelve instrumental en los procesos de extracción y saqueo en los territorios colonizados del Sur Global, así como en el debate contemporáneo sobre la restitución. Por otro lado, revela diferentes facetas de la forma en la que se construye el conocimiento científico u oficializado desde el canon occidental moderno: en la época de Humboldt, un periodo de mucha intensidad de la explotación colonial, las conductas científicas y los sistemas de interpretación iban siendo inventados de formas empíricas, contingentes y casuales. En un pasaje del libro La Invención de la Naturaleza, Andrea Wulf relata, por ejemplo, cómo Humboldt intentó establecer una medición científica de los ríos por medio del gusto:

Humboldt se interesaba por todo: las plantas, los animales, las rocas, el agua. Probaba el agua de los distintos ríos como un entendido en vinos. El Orinoco tenía un sabor singular y especialmente desagradable, anotó, mientras que el río Apure sabía distinto en diferentes lugares y el río Atabapo estaba «delicioso»

(Wulf, la Invención de la Naturaleza, p.86)

Esta fascinación por “todo” soporta la decisión de Humboldt de dedicarse al ejercicio de transcripción. Sin embargo, conversando con los artistas Sylvia Jaimes y Alberto Baraya aprendi un dato importante: los pájaros son seres que, al igual que los humanos, aprenden el idioma de una forma social. Es decir, por medio de intercambios con los diferentes actantes de su entorno. Por ello, lo que sea que estuviese “hablando” el loro era, en el mejor de los casos, una mezcla del lenguaje de varias tribus, sonidos de los entornos en donde vivió, y probablemente, algo de alemán.

http://arteflora.org/wp-content/uploads/2018/09/FLORAE-4-traduccion-traicion-descarga.pdf

En las diferentes itinerancias de Never Spoken Again, solicito a los curadores de los museos anfitriones que busquen un loro; sin embargo, no hay restricciones de procedencia, subespecie, ni apariencia física. Puede ser un Loro Cabeciamarillo centroamericano de un museo de historia natural, o puede ser un especimen disecado de una tienda de objetos de segunda o del internet. Incluso, podría llegar a ser una escultura kitsch de un loro, en bronce o en cerámica. El loro es expuesto como parte de la exposición, junto con la información de su procedencia. Esto tiene el objetivo de profundizar el escepticismo y la duda, en los visitantes, sobre la información que es presentada tanto en las obras como en los textos de sala.

En el marco del proyecto Múltiples Metonimias Materiales decidí experimentar con la didáctica de este elemento de mi exposición, aprovechando la más reciente itinerancia de Never Spoken Again, en la Universidad Virginia Tech. Allí conversé con Laura Higgins y Brian Holcombe del equipo creativo del Moss Art Center (lugar que acoge la exposición a la fecha de escritura de este texto) sobre los posibles loros que podrían acompañar la exposición. Los animales, que fueron ofrecidos por el Museo de Historia Natural de Virginia, pertenecían originalmente a una habitante de la ciudad de Roanoke, quien los tuvo como mascotas durante años y decidió disecarlos cuando murieron. Luego, estos fueron donados al Museo y pasaron a formar parte de su colección.

Didácticas de obras antes de ser ubicadas en la exposición.

El especimen que escogí fue un Loro Gris Africano, porque me interesa el impacto cultural de este animal en el mundo doméstico y viceversa. Sus habilidades para reproducir los idiomas humanos son excepcionales en el reino animal, lo que  lo hace muy apetecido como mascota. Esto, a su vez, genera una gran demanda que lo ha convertido en una especie amenazada. Encuentro bastante irónico que sea justamente su habilidad para imitar lo humano y a su vez nuestro deseo de vernos reflejados allí, lo que lo pone en peligro.

Decidí hacer un primer intento de didáctica para Múltiples Metonimias Materiales, que no fuese ya una descripción de su procedencia, sino un texto que ofreciera diferentes dimensiones de interpretación, desde las perspectivas del contexto extractor (científico-occidental) y del contexto de extracción (culturas originarias africanas). Este fue el resultado:


Loro Gris Africano

(Conocido como Psittacus Erithacus, y como Odide por la ancestral cultura Yoruba).

Museo de Historia Natural de Virginia

Este ejemplar procede de una donante de Roanoke. El loro era una mascota de su madre, que crió aves durante 15 años (1980-1995) y las hizo taxidermizar entre 1989 y 1995. La madre trabajaba en una tienda de animales en Roanoke y los adquirió mientras estaba empleada allí. Finalmente, el loro fue donado al MHNV en 2006, tras el fallecimiento de la madre.

Originarios de África occidental y central, los loros grises africanos son los más populares como mascotas domésticas en Europa y Estados Unidos por su capacidad para “hablar” e imitar sonidos. Los propietarios de loros grises africanos afirman que a menudo sus loros hablan en contexto y parecen estar muy en sintonía con las emociones de la gente.

Para los Yoruba, los loros grises africanos son centinelas y espías, por su naturaleza vocal. Las plumas de su cola se utilizan para hacer máscaras para el festival Gelede, en el que el color rojo de las plumas representa la sangre menstrual y el aceite rojo de la palma aceitera.

La población de loros grises africanos está disminuyendo debido al comercio ilegal, por lo que ha sido clasificada en peligro de extinción en la Lista Roja de la UICN.


Propuesta de diseño para didáctica expositiva. Diseño: Juan Pablo Ayala Alfonso.