
En su texto “Tiempo Local, o la Presencia de un Pasado Antiguo”, la académica alemana Susanne Leeb produjo un diagnóstico importante sobre el problema del patrimonio en los museos contemporáneos. En dicho texto, que realiza conexiones entre las operaciones ideológicas y estéticas que definen el canon civilizatorio occidental, la autora lanza una consigna fundamental: “Incluso hoy en día, los museos asumen la metonimia de que la posesión de reliquias pertenecientes a supuestas civilizaciones es en sí misma prueba de civilización”.
Este comentario, publicado en marzo de 2017 en la revista Texte Zur Kunst, es clave para construir un marco discursivo alrededor del problema del patrimonio. La idea de metonimia—tal y como la practica Leeb—establece en gran medida cómo se construye el relato civilizatorio occidental: se trata de un problema de posesión y acumulación de materialidades fragmentadas. Es decir, una serie de pedazos de culturas y civilizaciones que, a partir de su destrucción, contribuyen con la edificación de la “gran” civilización occidental. Este modelo de transferencia de valor de un lugar a otro, construyendo riqueza en un lugar a través de generar escasez o destrucción en otro lugar, es un procedimiento fundacional del modelo capitalista.
Luego, la relación entre metonimia y fragmento patrimonial avanza el proyecto del coleccionismo institucional hacia el semiocapitalismo: el fragmento es un símbolo de una totalidad desparecida, y que en muchos casos fue destruída para la aparición misma del fragmento. Entonces, el fragmento pasa a representar una totalidad histórica, desaparecida, que absorbe e intensifica el valor de la materialidad representada. La potencia sígnica del fragmento está en relación directa con el valor que éste confiere a la institución que lo colecciona, y que trafica con ese valor inmaterial. De manera paradójica, y siguiendo a Leeb y a otros, aunque el museo gestione y trafique con el valor inmaterial del patrimonio es justo la dimensión inmaterial de las prácticas culturales no occidentales lo que es descartado desde el canon semiocapitalista, como operación necesaria para la producción de su discurso de primacía cultural.
Ante la realidad de lo insostenible de estas operaciones de creación y destrucción patrimonial, es necesario reconsiderar cómo se aproximan otras formas de pensamiento al problema del fragmento patrimonial, en el contexto de las colecciones museales e institucionales. Por ello, interpretando a Silvia Rivera Cusicanqui, es necesario habitar la multiplicidad, como una manera de transformar el modelo extractivo y acumulador del coleccionismo institucional en un proyecto de inclusión epistémica, social y cultural, para darle una nueva vida a los muchos museos que aún hoy operan desde la lógica decimonónica del patrimonio. Si bien hay iniciativas de transformación (y algunas serán estudiadas en este proyecto), es imposible pensar una verdadera transformación desde un modelo monolítico de construcción de conocimiento. Al contrario, es necesario elaborar las bases para un discurso de simultaneidad, coexistencia e incluso agonismo epistémico, que nos lleve a futuros más sostenibles y con mayor equidad.
Hoy en día, el problema del patrimonio no es ya de dominio exclusivo de las disciplinas académicas; por el contrario, los artistas y muchos otros actores culturales y sociales están involucrados con ideas centrales a este debate, como por ejemplo, el tema de la restitución. Por ejemplo, la película Dahomey, de la directora franco-senegalesa Mati Diop, estrenada en septiembre de este año, sigue la trayectoria de retorno de 26 artefactos patrimoniales desde el Museo Du Quai Branly en Paris hacia el moderno estado de Benin, en Africa Occidental. La película introduce elementos importantes para repensar la conceptualización del debate patrimonial, como por ejemplo, otorgar una voz a los objetos patrimoniales en el debate de su propia restitución. La agencia de lo patrimonial es una idea que se alinea con ideas provenientes de epistemes del Sur Global, como por ejemplo las culturas Otomíes o el pensamiento Andino-amazónico, y que además ha sido visitada por artistas contemporáneos, como Naomi Rincón Gallardo o Gala Porras-Kim, así como por pensadores y académicos contemporáneos, como Jane Bennett o Bruno Latour.
El segundo elemento crucial en Dahomey es la idea de debate público, encarnada en el espacio de conversación que Diop organiza en relación al proceso de repatriación de los objetos patrimoniales. En el filme, un grupo de estudiantes discute de manera pública las repercusiones de la reptatriación de estos objetos, y los diferentes marcos ideológicos que pueden ser aplicados al análisis de este hecho. Algunos estudiantes consideran que es un comienzo esperanzador a un proceso de largo aliento, mientras que otros ven en la repatriación un gesto de condescendencia y profundo cálculo político, que los pone ante la cruda realidad de que una repatriación significativa de su patrimonio no tendrá lugar en muchas décadas. Este es un cambio radical (entre la óptica y la recepción), si pensamos en la perspectiva de creadores anteriores sobre el mismo tema y en el mismo espacio geográfico de enunciación. Por ejemplo, Las Estatuas También Mueren, del cineasta francés Chris Marker, también realiza una crítica al colonialismo extractivo de Europa. Sin embargo, en su lanzamiento en 1953, una gran parte de la película fue prohibida. Hoy, en cambio, Diop es celebrada y su película fue ganadora del premio principal del Festival de Cine de Berlin de este año, el Oso de Oro.
https://www.theguardian.com/film/2024/oct/19/mati-diop-dahomey-atlantics-beyonce
Este tipo de hechos permiten reafirmar la idea de que el debate patrimonial se ha consolidado en el imaginario público, aunque muchas veces como (parte de un) repertorio discursivo y no como problema político. También es posible ver su presencia por fuera de las esferas de la “alta” producción cultural: en redes sociales es común encontrar memes que ironizan, por ejemplo, sobre las conductas extractivas del imperio británico, o sobre la condición del Museo Británico de ser uno de los más grandes acumuladores de patrimonio robado a nivel mundial. Sin embargo, esto no quiere decir que la discusión pública este, de ninguna manera, cristalizada. Una omisión mayúscula del debate internacional es la inclusión de la voz de los pueblos saqueados, desde sus propios marcos epistémicos.
En un artículo reciente, Camila Opazo Sepúlveda discute, por ejemplo, la necesidad de un mutuo reconocimiento entre diferentes actores en la gestión del patrimonio indígena, particularmente entre los profesionales de los museos y las comunidades indígenas que son representadas de una u otra manera en ellos. En contextos como el chileno, donde el problema de la reparación histórica está dominado por las discusiones los legados de la dictadura militar, es importante generar estos espacios de debate y transformación cultural desde las instituciones museales, para que la discusión pública pueda incluir elementos de pluralidad epistémica que puedan, no sólo reparar de manera efectiva la memoria de stas comunidades, sino también contribuir con el desmantelamiento del excepcionalismo cultural que ha llevado históricamente a los pueblos indígenas a roles marginales en la sociedad chilena.
La inclusión de una pluralidad de perspectivas epistémicas no es sólo un problema de derechos culturales y políticos, sino también una oportunidad para la reparación , desde la transformación de los imaginarios culturales que jerarquizan el conocimiento desde instituciones sociales, académicas y políticas establecidas por los órdenes coloniales, como por ejemplo, la universidad contemporánea. En un texto de 2022, que introduce el libro Lugar de Enunciación de Djamila Ribeiro, la artista y autora afroportuguesa Grada Kilomba observa la importancia de incorporar de forma profunda, en los discursos públicos, una conciencia sobre el lugar desde donde se enuncia, para desmantelar las estructuras de poder que se sustentan, en parte, por la presentación de los discursos de poder como realidades objetivas. Kilomba escribe:
Pero, qué ocurre cuando la enunciación no se sitúa en un lugar? La pretensión de una neutralidad, o inclusoo de un universalismo, revela la repetición de un viejo sistema colonial, que no percibe o no quiere percibir que se trata de un discurso enunciado desde un lugar de poder, y no de un lugar neutral. Un lugar de poder que tiene el privilegio de permitir que este discurso no se sitúe en un sólo lugar, sino en tods. (…) Es el caso de los discursos normativos y dominantes, que hablan en nombre de toda la humanidad y se convierten, al mismo tiempo, en la representación de la propia condición humana.
Kilomba, Grada (2022), Prefacio. En Ribeiro, Djamila. Lugar de Enunciación. Tumbalacasa Ediciones, Ciudad de México, 2023.
Como explica Kilomba, lo que se busca romper con la apariencia de normatividad de los discursos dominantes, que nunca revelan su condición de conocimiento situado y así terminan por representar un todo que a la vez desconocen. De alguna la idea del lugar de enunciación reemplaza las deficiencias discursivas de las políticas de identidad, que terminan por atomizar las luchas de pueblos, culturas y comunidades, que aunque distintas, buscan igualmente transformar su participación en la matriz de opresión cultural y racial. Por ello, imaginar la pluralidad epistémica como un objetivo de la narrativa museal permite repensar la manera en que entendemos las instituciones y sus acervos materiales, y así romper la metonimia que mencionaba Leeb, entre patrimonio y cultura. La idea es construir herramientas para desarrollar una mirada y agencia escéptica y a la vez constructiva sobre el patrimonio, no sólo desde las disciplinas académicas y los espacios profesionales de la cultura y el patrimonio, sino desde la ciudadanía.
En el discurso público del patrimonio, la universalidad del discurso ya ha sido resquebrajada y la idea de saqueo se ha instalado en los imaginarios colectivos. Sin embargo, es necesario desarrollar herramientas críticas más allá del debate académico o disciplinar para que sus contribuciones a la transformación cultural tengan un impacto más allá de las instituciones. Multiples Metonimias materiales es, de alguna forma, una manera de pensar en estas herramientas y en su aplicación desde el rol de la audiencia, al ofrecer procesos de análisis que permiten desentramar los sistemas visuales e ideológicos del display museal desde ejercicios de observación atenta. Esta observación irá revelando que, si bien el discurso de la restitución está instalado de forma amplia en el debate público, este no opera de forma igual en diferentes geografías.
Por ejemplo, el caso de estudio de Curando el Malestar pone en evidencia que, si bien el repertorio lingüístico de la de(s)colonización se ha instalado en las instituciones europeas, su alcance es limitado, y en muchos casos supeditado a participar de la institución de manera limitada: la transformación real de la institución implica repensar sus orígenes y su futuro desde un lugar que la sociedad europea (al menos aún) no está dispuesta a aceptar, pues pone en riesgo su privilegio, así como la percibida universalidad de su discurso de excepcionalismo. Lo mismo sucede con la película de Diop y con la obra de Rincón Gallardo y Porras-Kim: sus trabajos son premiados y celebrados en grandes escenarios culturales europeos, pero su celebración, y con ella, la ausencia de incomodidad o malestar, hacen pensar que el reconocimiento de estos discursos no implica necesariamente su asimilación ni la aceptación de sus llamados implícitos a la acción. En este sentido, la escenificación del discurso de(s)colonial funciona, hasta cierto punto, como un deflector de la responsabilidad histórica en la restitución y la transformación de las grandes instituciones culturales del norte global.
Otro caso de estudio, el de la inclusión del trabajo de Pio Abad entre los finalistas del Premio Turner, refuerzan esta idea, pero además hacen evidente que una transformación cultural que implique repensar el problema de las narrativas museales dede (supuestas) perspectivas coloniales tiene que pasar, de manera necesaria, por un cuestionamiento de los órdenes narrativos, estéticos y visuales desde los cuales (aún) se organizan los museos y las instituciones culturales. Este caso, además, pone de manifiesto, que en el proceso de repensar el patrimonio es también necesaria una re-educación de la mirada, a partir de herramientas prácticas, técnicas y discursivas, que nos permitan abordar la materialidad patrimonial desde otros lugares. El caso de la estatua de Xipe-Totec en el Museo Precolombino en Chile hace evidente también que las narrativas universalizantes del patrimonio desde los cánones occidentales-modernos transforman la materialidad patrimonial en un problema de mercancía. Y es muy interesante ver, entonces, cómo desde esta visión es, de alguna forma, puesta en evidencia y socavada por medio de operaciones estéticas, vernáculas o de guerrilla, como la falsificación del artefacto patrimonial.
Estas ideas alimentan el trabajo de Múltiples Metonimias Materiales, que funciona como una plataforma conceptual para lanzar diferentes operaciones discursivas, visuales y artísticas desde diferentes lugares. Por ejemplo, me permite lanzar experimentos de pequeña escala, como el juego con las didácticas museales de mi proyecto expositivo Never Spoken Again; generar herramientas de interpretación desde experiencias de observación y registro, como en el caso de las colecciones del Museo Nacional de Colombia; o me permite imaginar colaboraciones, como la que formulo desde este proyecto con la performer mexicana Aura Arreola. Este texto da cuenta de algunos de los casos de estudio y experiencias de intercambio con diferentes actores enmarcados en el ejercicio de Múltiples Metonimias Materiales. Sin embargo, el trabajo realizado aquí es el comienzo de un ejercicio más amplio y que continuo extendiendo en el tiempo. Por ello, estos y otros casos continuan siendo publicados en la plataforma digital del proyecto, emememe.org (un juego fonético con las iniciales del nombre del proyecto).
Referencias:
Opazo Sepúlveda, C. (2024). La gestión del patrimonio indígena en los museos y las posibilidades para su descolonización: el caso del Museo Histórico Nacional de Chile. Apuntes, 37. https://doi.org/10.11144/Javeriana.APU37.gpim